domingo, 4 de diciembre de 2016

Tal vez, un día de estos

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Se vio obligada a vaciarse en cada encuentro, a darlo todo por ver los ojos de ella encenderse en su presencia. Lo hacía por miedo. Miedo de los dos. El miedo de ella era entregarse. El miedo de el a que  no se entregara. Por eso él acababa dando todo, lo que le correspondia entregar a el y lo que le correspondia a ella. Se vaciaba para ver caer sus temores, lo daba todo para que no hubiera ninguna duda sobre ser o no ser merecedor de su amor. Pero el amor no se merece. Surge o no surge. Y si surge como surgió en este caso, luego hay que saltar las tapias del miedo, del miedo que ella sentía, que era un miedo gigante. Por que  antes de el hubo otros nombres,  hombres que dejaron su alma como una aldea saqueada, desengaños con forma de persona, demasiadas noches sin dormir, demasiados dias sin abrazos. Aun  le dolian los pies de pisar las promesas rotas que le hicieron sobre otras camas y así es dificil entregarse incluso cuando el amor te golpea en el vientre con su mirada bondadosa. Y no se sabe si hay solución. Depende de ella,  del tiempo que tarde en darse cuenta del origen de sus miedos, del miedo que tarde en darse cuenta de que no todos los hombres extienden cheques sin porvenir. Y depende de el --no conviene olvidarlo-- del tiempo que quiera darse en intentarlo, del tiempo que considere suficiente para rendirse .

      Tal vez lo consigan, tal vez, un día de estos.

A LA HORA DE OLVIDAR
Lo mas dificil
es conseguir
que se vaya del todo
todo aquello
que ya se fue.

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Amar a alguien conlleva consigo la posibilidad 
         --por no decir la seguridad--
del olvido.

Asique cambiate la mirada,
mira con  perspectiva todo,
búscale el reverso a las heridas
y la cara B al amor,


Todo conduce al mismo lugar,
a un lugar alejado de la superficie de las cosas,
un lugar donde marchandote muy lejos de donde estas
posiblemente haga que te encuentres.

Passion.